domingo, 1 de julio de 2012


EL BULLYING

Autor: Psic. Arturo Ruiz Paredes

Desde que Dan Olweus se constituyera como pionero de la investigación en 1991, se  ha producido una explosión de artículos publicados sobre problemas relacionados a la intimidación, su intervención y políticas nacionales para contrarrestar este problema. En nuestro país se ha aprobado la ley 29719, LEY QUE PROMUEVE LA CONVIVENCIA SIN VIOLENCIA EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS. Tiene por objeto establecer los mecanismos para diagnosticar, prevenir, evitar, sancionar y erradicar la violencia, el hostigamiento, la intimidación y cualquier acto considerado como acoso entre alumnos.
Sin embargo, sólo debemos considerar bullying cuando un alumno (víctima) está expuesto de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos en una relación interpersonal que se caracteriza por un desequilibrio real o superficial de poder o fuerza. El bullying es una lucha de poder donde se pretende demostrar quién es el más fuerte y violento dentro del grupo.
Básicamente podemos identificar tres elementos: el hostigador (o agresor), la víctima y el espectador. Generalmente la víctima se caracteriza como más débil, frágil, insegura y con baja autoestima. Son depresivos y se pueden embarcar en ideas suicidas. A menudo no tienen ni un solo buen amigo y se relacionan mejor con los adultos que con sus pares.
Al parecer, las víctimas siguen siéndolo toda su vida por su actitud de sometimiento, lo cual atrae al elemento agresor en cualquier situación o contexto.
Por el contario, los hostigadores (agresores) generalmente son físicamente grandes, carecen de empatía, son impulsivos y proclives a la acción negativa. Tienen una fuerte necesidad de someter a otros compañeros. A menudo son desafiantes y agresivos frente a los adultos, padres y profesorado incluido. Las formas de maltrato son verbales, físicas, sociales, psicológicas a través de insultos, humillaciones, patadas, golpes, exclusión, amenazas, etc.
Pero esta relación de hostigador – víctima se mantiene por la exigencia de una audiencia de espectadores. Mientras más se permita que el espectador observe   sin considerarlo parte del problema, mayor experiencia adquiere para asumir nuevos roles disfuncionales en la escuela. En el futuro puede convertirse en acosador o en una nueva víctima.
Lamentablemente, gracias a los avances tecnológicos, el bullying ha tomado nuevas formas de acoso como el cyberbullying. Según Willard (2004), el cyberbulllying puede ser definido como “el envío y acción de colgar –‘sending’ y ‘posting’– de textos o imágenes dañinas o crueles en internet u otros medios digitales de comunicación”. A diferencia del bullying tradicional, en el cyberbullying hay amplitud potencial de la audiencia, el (los) agresor (agresores) pueden esconderse en la “invisibilidad” o anonimato, pueden hacerlo en cualquier lugar y en cualquier momento, hay mayor rapidez y comodidad y,  la fuerza física y tamaño parecen no importar.
¿Cómo afrontar el bullying?
Primero, padres y personal escolar deben demostrar que no tolerarán que ningún estudiante haga daño a otro, ni física, ni psicológicamente.
Segundo, los docentes deben responsabilizarse de una mejor supervisión y de una vigilancia más constante. Si  los docentes logran eliminar el miedo de la vida del estudiante, serán capaces de realizar un trabajo más eficaz.
Por último, aplicar programas de prevención e intervención que consideren el desarrollo de  habilidades sociales y la resolución de conflictos.
Lo más importante dentro de la intervención es no ser un espectador.