EL BULLYING
Autor: Psic. Arturo Ruiz Paredes
Desde que Dan Olweus se
constituyera como pionero de la investigación en 1991, se ha producido una explosión de artículos
publicados sobre problemas relacionados a la intimidación, su intervención y
políticas nacionales para contrarrestar este problema. En nuestro país se ha
aprobado la ley 29719, LEY QUE PROMUEVE LA CONVIVENCIA SIN VIOLENCIA EN LAS
INSTITUCIONES EDUCATIVAS. Tiene por objeto establecer los mecanismos para
diagnosticar, prevenir, evitar, sancionar y erradicar la violencia, el
hostigamiento, la intimidación y cualquier acto considerado como acoso entre
alumnos.
Sin embargo, sólo debemos
considerar bullying cuando un
alumno (víctima) está expuesto de forma
repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro
alumno o varios de ellos en una relación interpersonal que se caracteriza por un desequilibrio real o
superficial de poder o fuerza. El bullying es una lucha de poder donde
se pretende demostrar quién es el más fuerte y violento dentro del grupo.
Básicamente podemos identificar
tres elementos: el hostigador (o agresor), la víctima y el espectador. Generalmente
la víctima se caracteriza como más débil, frágil, insegura y con baja
autoestima. Son depresivos y se pueden embarcar en ideas suicidas. A menudo no
tienen ni un solo buen amigo y se relacionan mejor con los adultos que con sus pares.
Al parecer, las víctimas siguen siéndolo toda su vida por su actitud de
sometimiento, lo cual atrae al elemento agresor en cualquier situación o
contexto.
Por el contario, los hostigadores
(agresores) generalmente son físicamente grandes, carecen de empatía, son
impulsivos y proclives a la acción negativa. Tienen una fuerte necesidad de
someter a otros compañeros. A menudo son desafiantes y agresivos frente a los
adultos, padres y profesorado incluido. Las formas de maltrato son verbales,
físicas, sociales, psicológicas a través de insultos, humillaciones, patadas,
golpes, exclusión, amenazas, etc.
Pero esta relación de hostigador –
víctima se mantiene por la exigencia de una audiencia de espectadores. Mientras
más se permita que el espectador observe
sin considerarlo parte del problema, mayor experiencia adquiere para
asumir nuevos roles disfuncionales en la escuela. En el futuro puede convertirse
en acosador o en una nueva víctima.
Lamentablemente, gracias a los avances tecnológicos, el bullying ha tomado
nuevas formas de acoso como el cyberbullying. Según Willard (2004), el cyberbulllying
puede ser definido como
“el envío y acción de colgar –‘sending’ y ‘posting’– de textos o imágenes dañinas
o crueles en internet u otros medios digitales de comunicación”. A diferencia del bullying tradicional, en el
cyberbullying hay amplitud potencial de la audiencia, el (los) agresor
(agresores) pueden esconderse en la “invisibilidad” o anonimato, pueden hacerlo
en cualquier lugar y en cualquier momento, hay mayor rapidez y comodidad
y, la fuerza física y tamaño parecen no
importar.
¿Cómo afrontar el bullying?
Primero, padres y personal escolar deben demostrar que no tolerarán que
ningún estudiante haga daño a otro, ni física, ni psicológicamente.
Segundo, los docentes deben responsabilizarse de una mejor supervisión y de
una vigilancia más constante. Si los
docentes logran eliminar el miedo de la vida del estudiante, serán capaces de
realizar un trabajo más eficaz.
Por último, aplicar programas de prevención e intervención que consideren
el desarrollo de habilidades sociales y
la resolución de conflictos.
Lo más importante dentro de la intervención es no ser un espectador.